sábado, 25 de mayo de 2013

Blanca. Ejercicio 10. Diálogo (II)


Un aparato de aire acondicionado exhalaba un aire frío en un intento titánico por refrescar el local en aquella bochornosa tarde. Él se detuvo durante unos instantes ante la entrada acristalada, retrocedió un poco, levantó la vista y por fin decidió empujar la puerta de la cafetería. Hacia media hora que ella se encontraba allí y durante todo ese tiempo había mantenido la vista puesta en los pocos transeúntes y el mucho tráfico del exterior. Agitó sus brazos para llamar la atención. El joven se adentró  inseguro, cegado por la semipenumbra que habitaba en el interior, hasta que una mano lo detuvo.
            — ¡Qué estoy aquí!
            — ¡Ah! ¡No te había visto! Con el sol que hace fuera cuando entras no ves un pijo.
            — ¡Un beso, hombre! No creo que tu novia se enfade por esto.

domingo, 5 de mayo de 2013

Blanca, flamante ganadora del II Certamen de Literatura Exprés "Ciudad de Valladolid"


Blanca María Muñoz consigue el primer premio en el certamen de Literatura Exprés y Rayén Matus el de Encaja 400
Fecha: 05/05/2013
Actualidad
La última jornada de la 46ª edición de la Feria del Libro de Valladolid ha estado regada de los premios de los diversos concursos literarios enmarcados en esta cita. El Auditorio de la Feria ha sido el escenario donde los escritores aficionados han recogido los trofeos por su papel en estos certámenes.
El público ha sido, con sus votos en este recinto, el encargado de decidir el vendedor del Concurso de Literatura Exprés, que cumplía su segunda edición. Después de que Paz Altés, Charo Alonso y Jesús Cirbián leyeran los tres cuentos finalistas de este certamen, celebrado hace unas semanas en el LAVA (Laboratorio de las Artes de Valladolid), las papeletas han dado como ganador el relato El sarcófago de agua, de Blanca María Muñoz. David Navarro ha recogido el segundo premio por ¿A dónde te llevo? y Juan Pizarro ha sido el tercer clasificado con A ninguna parte.

El Redlato participativo Culturatic/Feria del Libro de Valladolid, en el que los autores conforman durante varias semanas una historia a través de sus propuestas de continuación, ha cumplido ya cuatro años. En esta ocasión, ha sido el escritor vallisoletano César Pérez Gellida quien ha iniciado la trama y Mara Torres quien le ha buscado un final. En el medio, 13 capítulos escritos por un total de siete escritores que verán publicada la historia en los próximos meses y que han recogido además los obsequios que los acreditan como ganadores. Almudena Abril, Blanca María Muñoz, Laura Ramón, Leticia de Juan, María Domínguez, Rocío de Juan e Israel Villaescusa, este último ausente, son los nombres que han creado este ‘redlato’. Rocío de Juan también ha recibido un premio por su propuesta de título para la historia, No olvides decir adiós.
 

Culturatic también organiza y patrocina el certamen Encaja 400, que se desarrolla en Facebook y que premia relatos breves de hasta 420 caracteres. La concejala de Cultura, Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, Mercedes Cantalapiedra, y el director gerente de Culturatic, Óscar Mena, han entregado los premios de esta convocatoria. Rayén Matus Zúñiga ha sido la vencedora del concurso con su microhistoria Final. Marta Sanmamed, Rocío de Juan y Jero Hernández han ocupado las plazas de finalistas. 

¡¡Felicidades Blanca!! Este viernes 10 de mayo lo festejaremos, después del Taller. Gracias a los que habéis estado acompañándonos en persona y también en pensamiento.

viernes, 3 de mayo de 2013

FLV 2 mayo: Ángeles Caso en conversación con Paco Alcántara, Gloria Martín y Juncal Villafáñez

 
 Fotos del día de ayer :-)

Encuentro literario: Ángeles Caso en conversación con el periodista Paco Alcántara, Gloria Martín Barredo (Club de lectura “Santiago de los Mozos”) y Juncal Villafáñez Martínez (Club de lectura “Leoyentes”). Presenta: Domi Fernández (concejala del Área de Atención y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Valladolid). El acto será seguido por un intérprete de lengua de signos española.

http://www.ferialibrovalladolid.es/noticia.php?id=397

http://www.ferialibrovalladolid.es/programa.php?id=514
 

jueves, 2 de mayo de 2013

¿Qué hace que un texto sea inolvidable? Seis autores nos responden


Rubi Guerra:
“Después de mucho pensarlo, creo que no hay una respuesta sencilla a esta pregunta. Las razones por las cuales un libro se hace inolvidable pueden ser tan variadas como lectores haya. No existe un solo tipo de lector, ni un solo tipo de razones por las cuales disfrutamos un libro. Siendo así, sólo puedo responder qué ha hecho inolvidables para mí ciertos libros. Y aún así la respuesta no será clara.
Hay libros que en un momento de mi vida se han dirigido a mí directamente. En sus reflexiones o en sus recreaciones ficcionales he creído encontrar una respuesta a preguntas urgentes, y me he visto en la necesidad de detenerme y pensar en lo que estos libros decían. Son los menos. No es habitual dialogar con los libros, aunque es algo a lo que todo lector aspira.
Otros libros me han mostrado el oscuro corazón humano, las pasiones y pulsiones que nos arrastran, con una clarividencia casi aterradora: la compasión, el miedo, el sexo, la violencia, la soledad.
En fin, otros libros son inolvidables porque me han mostrado, en sus redes de significado, la belleza de la palabra, del ritmo, de los silencios.”

Ángel Gustavo Infante:
“Un texto se hace inolvidable por el lenguaje o por esa cosa aún más extraña llamada “estilo”. Los temas son eternos, lo sabemos, y se repotencian en su manufactura, que es una suerte de combinación feliz entre el decir, el saber decir y el cómo decir. Quizá el estilo se halle precisamente ahí, de visita en casa de la vieja retórica; pero el poema o la narración pertenecen al arte, lo sabemos, son objetos artísticos que queremos perfectos. De allí la insistencia con esa materia inasible: la palabra. Lo demás viene dado por la cantidad de vida que puede ser transmitida —o contagiada— en la medida en que el autor deja de ser el mismo para convertirse en otros.”

José Luis Palacios:
“Un texto me atrapa si tiene dos ingredientes quintaesenciales: uno, que cuente una historia interesante, y dos, que la narración sea un reto para el lector, que haya un guiño del autor hacia el lector, bien sea porque es éste último quien debe completar la historia, o porque hay giros y convoluciones en los tiempos y en las personas narradoras que tengan la virtud de sorprenderte. Pienso en arquetipos del pasado como “La mano junto al muro”, la mejor historia de burdeles de nuestra narrativa, o “La noche boca arriba” de Cortázar, donde el segundo ingrediente quizás opaca al primero, y pienso también en narrativa contemporánea como la de T. Coraghessan Boyle, de quien acabo de leer un cuento publicado en 2004, donde el protagonista se gana en una apuesta de bar una rara especie de felino africano que debe mantener vivo en un pequeño apartamento, y a pesar de que acá quizás el primer ingrediente es más fuerte que el segundo, ambos están presentes, se equilibran y te hacen pensar: caramba, me gustaría escribir algo así.”

María Celina Nuñez
“En mi opinión, lo que hace que un cuento (o cualquier otra forma de manifestación artística) sea inolvidable es que la historia narrada sea el vehículo de una gran metáfora sobre la existencia humana. Es ese sentido último lo que le da trascendencia.”

Juan Carlos Chirinos
“Ya querría conocer un par de esas virtudes para usarlas en lo que escribo…
Puedo decir que en el camino de lector que uno emprende casi sin querer, el primer texto, por serlo, queda grabado con delicadeza y ternura. En mi caso fue Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, un texto que me gustó hasta la sorpresa cuando lo leí —llegó a mí a los siete años por una feliz casualidad en medio de una hepatitis, y gracias a mi maestra de primer grado, que le puso “Platero” a nuestro salón de clase; y para que no nos perdiéramos en el recreo, pegó en la entrada un burrito blanco y sonriente—. Ahora me rehúso a volver a él porque me da miedo descubrir que se trata de una cursilería máxima. Prefiero conservar esa imagen primigenia, en el cuarto de mis padres, leyéndolo muy lentamente. Así que el primer texto tiene esta virtud: es la puerta hacia el mundo de la lectura, y eso hay que agradecerlo.
Pero los textos siguientes, me parece ahora, deben cumplir con otra virtud fundamental: es necesario que el hechizo de la primera vez se repita. Cuando he leído uno de esos libros que me cambian la manera de ver el mundo y la escritura (Percusión, de José Balza, Inventando los días, de Carlos Noguera, Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato, Desgracia, de John Maxwell Coetzee, El sabotaje amoroso, de Amélie Nothomb, Mariana y los comanches, de Ednodio Quintero, o El bosque de la noche, de Djuna Barnes ), tiendo a pensar lo que aprendí de una amiga poeta: “qué suerte tiene el que lea este libro por primera vez”. Creo que más allá de la eufonía, el estilo y la corrección formal; más allá de la temática, el compromiso, y la cosmogonía del mundo, los libros que se nos hacen inolvidables son los que se pegan a nuestra piel mostrándonos que no todo era como lo esperábamos y que el autor de ese texto supo también encerrar parte de nuestra esencia en su obra.
Y eso nada más. Una cosa fácil.”

Jorge Gómez Jiménez
“Empecemos por descartar lo que me parece olvidable. En primer lugar, los cuentos mal escritos, entendiendo por tales aquellos en los que las situaciones se resuelven de manera pueril. En segundo, los que atienden a modas o a estrategias prefabricadas, como esos cuentos en que al final el protagonista descubre que todo ha sido un sueño, así como casi todos los cuentos con un final que pretende ser sorprendente. En tercero, los cuentos que están bien escritos y no se cuadran en moda alguna, pero están hechos con una intención evidentemente apabullante, como si su autor pretendiera decirme que maneja mejor que yo el tema. Y, en cuarto, los que quieren darme enseñanzas de naturaleza moral. Así, un cuento inolvidable me sorprende, pero no insultando mi inteligencia sino estimulándola. Indudablemente tiene que estar bien escrito, tanto que el lenguaje se convierta en un personaje más, y en tanto más corpóreo es el lenguaje, menos posibilidades hay de que olvide ese cuento. Ni siquiera exijo de un cuento que me diga algo nuevo, pero sí que lo que vaya a decirme esté escrito de una manera que me parezca no haberlo leído nunca antes.”

Extraído de http://ficcionbreve.org