jueves, 7 de febrero de 2013

Manchas de carmín. Rocío


(corregido el 10/2/13)

Fue un día difícil para Tesa. Los pésames, las marcas de carmín en la mejilla con olor a colonia barata, la diadema que le apretaba la cabeza como si fuese de hierro y el cuello del vestido tan almidonado que le costaba tragar saliva. Lo peor, sin embargo, fue la ausencia de lágrimas. Su madre le pegó cuando volvieron del funeral por lo que ella llamaba una "insensibilidad" cruel ante la muerte del padre. Pero las bofetadas no consiguieron humedecer sus ojos.

Cuando su madre se fue esa tarde al trabajo, entró en al dormitorio conyugal, abrió el cajón, cogió la cajetilla de tabaco y salió a la calle. Su vecina Ester, de trece años como ella, fumaba dando paseos por la carretera. Aquel día se había pintado los labios de rojo. Tesa avanzó hasta llegar a su altura y le pidió fuego. Luego se quedaron juntas lanzando caladas.

No quiso subir al coche que se detuvo frente a ambas. El conductor era pelirrojo y le recordaba a ya-sabes-quién, le dijo a su vecina. Ester le sonrió con una mueca antes de cerrar la portezuela. Al ver el coche alejándose calle abajo, Tesa sintió un dolor conocido en el pecho y, por fin, dejó escapar el llanto.

(Inspirado en la fotografía)

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, guapa, pero no tengas miedo a señalar lo que veas, ¿eh? :-)

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. Cierto, cierto, pero es que le siguió pegando. Vamos, que fue más de una torta. Thanks for decirlo :-)

      Eliminar
  3. y el cuello de un vestido tan... asi continuas con la enumeracion

    ResponderEliminar
  4. Le pego. No implica reiteracion. Mas bien, lo contrario

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahhhhh, vale. Ahora entiendo el comentario primero. Entonces lo cambiaré. ¡¡Muchas gracias por todas las observaciones!!

      Eliminar