¡Qué cansado estoy la virgen! Después de un duro día de
trabajo es una gozada llegar a la habitación y poder tumbarme en la camaza un
rato. Que dolor de pies. Hace diez años empecé en esto pensando que era un
chollo, ser representante para una
empresa de electricidad iba a ser el trabajo del siglo. Un sueldo increíble,
horario propio y no tener que dar cuentas ante nadie. Pero hay de mí, en
seguida me di cuenta, nadie ata los perros con longanizas. No tenía horarios ni
jefes, pero si no cumplo los objetivos de venta cobro una mierda, si no visito
a los clientes me los quitan, si no aumento la cartera contratan más
comerciales. El sueldo ya no es tan bueno como era antes, me lo han sacado del
pellejo a base de bien. Llevo tres días en la convención y no he hecho más que
pasar de un stand a otro peleando me por robarles clientes a los demás mientras
lucho porque no me roben los míos. Además, la competencia cada día es más
feroz, un montón de niñatos recién salidos de la carrera con mucha más
preparación y más listos que yo. Cada día me cuesta más esfuerzo y más horas
cumplir con lo que me ordenan. Es más, los objetivos de ventas cada día están
más fuera de la realidad.
Abro la cartera, saco la foto de mi mujer y mis hijos.
Que éramos entonces, que felices son ahora con Mark. Es un buen hombre que
dedica a los niños el tiempo que yo no puedo. No se casan para no perder la
pensión, la muy zorra. ¡Como les odio!
Alguien ha dejado un regalo para mí, creía que nadie se
acordaba de mi cumpleaños. Recojo el paquete, se mota que alguien ha puesto
esmero en él, el delicado papel rojo con dibujos dorados a juego con una cinta
verde y roja ribeteada en dorado. Con que delicadeza han doblado los bordes y
han cerrado el paquete sin usar celo. Preciosa caja, es una caja de cartón de
los veinte duros con algodón dentro, pero bonita. Decorada en negro con
esquineros latonados y un pequeño espacio para poner etiquetas con mi nombre. Y
dentro… ¡un corazón sanguinolento y palpitante! Pegando pequeños botes al ritmo
del palpitar.
Me despierto sobresaltado, como si tuviera un resorte en
la espalda, me incorporo de un solo golpe, que susto madre mía. Me he quedado
dormido, que mal lo he pasado.
Me tomo una larga y relajante ducha, es una de las cosas
que más me gusta en el mundo. Después de un duro día de trabajo, me lleva a
mundos en los que solo mi imaginación gobierna, el único rincón de mi vida
donde puedo decir que soy yo el que tiene las riendas de mi vida. Pero hoy no
es así, ni el agua caliente ha podido borrar la imagen de mi corazón latiendo
al son de la muerte, sí era mi corazón. No sé como lo sé pero algo en mi mente
está intentando avisarme de algo. No, no puede ser, es una tontería.
Apago la tele, acabo de tener mi ración de sexo diaria
con el canal de porno del hotel, y como no ponen nada interesante me bajaré a
tomar un trago al bar.
Todos los bares de hotel me parecen iguales, lugares
fríos y desolados en los que solo paran algunos desahuciados y señoras mayores
jugando al bridge. Largo y estrecho con paneles de capitoné burdeos y apliques
dorados por todas partes, no sé si estuvo de moda alguna vez, pero ahora es más
cure que vintage. Me siento en uno de los bancos corridos con forma de u, llamo
al camarero y me pongo nervioso con el espejo inclinado que preside la mesa.
Puede que yo sea un tipo aprensivo, pero esos espejos siempre me dan mala
espina.
—Un Jack Daniel´s one barrel con hielo, por
favor. — siempre lo pido aún a sabiendas que tendré que conformarme con un nº7,
me encanta su sabor y de vez en cuando algún barman me sorprende y me lo sirve.
—Sí señor, en seguida.
—Gracias.
—Parece que al final no va a ser tan mal cumpleaños. —
Una historia muy penosa
ResponderEliminarYo quiero saber el final. ;-)
ResponderEliminarDespués de leerlo dos veces, medio me convences de que termine así, pero entonces es el tono el que me falla. Esa mezcla de exclamaciones, medio socarrón, pero al mismo tiempo notando que el protagonista está machacado, no me termina de cuadrar.
Por cierto, aquí hay doble historia: un tipo nos cuenta su fracaso en el trabajo que ha elegido, pero el verdadero fracaso está en esa familia que ha perdido. Si insinuaras que el regalo es de ella, o de sus hijos...
Bueno, ya me comentarás.
Rocío
La idea, es representar a un perdedor. Alguien que vive una vida mediocre, y que lo sabe. por eso, se acaba conformando con poca cosa. Siempre me pasa lo mismo. cuando escribo algo, mínimamente decente, parece que la propia historia quiere seguir, pero si lo hago, me paso de extensión. La pescadilla que se muerde la cola.
ResponderEliminarOscar.
La idea, es representar a un perdedor. Alguien que vive una vida mediocre, y que lo sabe. por eso, se acaba conformando con poca cosa. Siempre me pasa lo mismo. cuando escribo algo, mínimamente decente, parece que la propia historia quiere seguir, pero si lo hago, me paso de extensión. La pescadilla que se muerde la cola.
ResponderEliminarOscar.