viernes, 18 de mayo de 2012

Retrato foto. Paco. Ejercicio 12.

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Retrato

      Esperanza y anhelo resumen  la mirada de esta joven con ojos  que añoran lo que aun no ha ocurrido, lo que puede que no ocurra nunca. Esconde su timidez  tras la rama seca que sujeta, unos palos desnudos que complementan la pureza del alma que se intuye.
      La mujer no se oculta, más bien se asoma, levemente. Timidez aporta la nariz, discreta y exacta en su espacio. Su olfato es el sentido al que saca más provecho. Nunca hasta ahora le ha fallado; según algunos debería llamarlo intuición.
      Ella es esos labios potentes, carnosos sin carmín, dudosos para pronunciar “te quiero” en plurales, pero firmes cuando la sentencia es sobre si misma, sobre su objetivo. Su boca prefiere el beso a la palabra, el susurro al grito. Besa y se deja besar, y también no besa y rechaza,  nuca pide a otros labios.
      Su piel blanca es como la miga del pan poco cocido, es como la piel de Blanca, su madre, de ella ha heredado también la luz que irradian los dos luceros de su cara. La llamaron Clara por eso, pero a ella la gustaría llamarse Artemisa. Y ese es su link: “Artemisa”. Así firma en los guaches que expone y sobre los volúmenes en piedra caliza que desbasta con rabia cuando esta cabreada con la sociedad en general ó con Tomás en particular.
      Para sus amigos es Klara, y así lo aclara siempre:
      —Klara con “K” —recalca.
      El pelo negro, ensortijado en las puntas, lo tiene por la parte del padre. Su abuela Edelmira lo peinaba exactamente igual cuando estaba en la casa. Se lo suele recoger para despejar los hombros y permitir que el aire de la tarde le resbale por el cuello desnudo.
      Sí, por avatares de la vida, mañana me olvidara de su rostro, me acordaré de  sus grandes ojos, de color marrón  como el caramelo que garrapiña a las almendras. Esos ojos saltones  y transparentes, ahora cargados de amor y de nostalgia. De esos ojazos que en este momento observan su deseo, casi tocan lo que están viendo. Permanecen conformes y expectantes y a su vez esperanzados y desilusionados por un igual. ¿Quién tiene al frente que espera que la mire?. ¿Quién es esa persona ingrata, ese ser que no le devuelve la llamada de ternura que le lanza? Hay un grito ahogado que pide respuestas, una boca serena que sabe esperar.     Klara mantiene intacta la certeza de elección.

     

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