EJERCICIO
11.2
“previsible”: Como gran
guerrero que es, lucha y vence a sus enemigos.
“menos previsible”: Huye como la rata que
en realidad es. Como nunca quedaba nadie, el vendía que era el único que había
sobrevivido. Huía y envenenaba a todo el mundo.
Ahí tenéis al gran hombre, paladín sin parangón. Altivo y valeroso como
ningún otro. Audaz donde los haya. El mejor hombre del shogun. Postraos ante
él, mostrarle el respeto que se le debe al mejor samurái que jamás pisó esta
tierra. Tras el saludo ceremonial, que el gran Shogun Nayeda impuso para su
mejor samurái, levanta su abanico para indicar el comienzo de la lectura.
Por haber traicionado a sus hombres en el transcurso de la batalla por
la defensa de Edo. Recurriendo para ello a la deshonra, huyendo con sus cuatro
guerreros más valientes, su guardia personal. Por haber usado veneno para
acabar con los invasores a costa de todas las mujeres y los niños que quedaban
en la fortaleza, mientras el huía como un cobarde. Es el deber de nuestro señor
Fukushima Nayeda, el condenarle a muerte con deshonor.
“previsible”: llama al número casa y pregunta por el
dueño.
“menos previsible”: al llamar a ese número, se da cuenta que es su casa, que su mujer tiene
otro marido de lunes a viernes cuando el no está.
Hoy, Pedro emprende el camino a su hogar, sabiendo que es una penosa
tarea. Agradece que su mujer y sus hijos estén con la abuela enferma,
repitiendo una y otra vez, las razones de su despido. Salmodia del final de una
vida. Camina despacio, cabizbajo y con los ojos llenos de lágrimas. Entre
sollozo y sollozo, descubre una agenda caída en el suelo. De repente, un rayo
de esperanza recorre su alma, puede ser útil otra vez. Quizás la última vez. Corre
mientras finaliza su recorrido. Entra en casa como un huracán, se lanza a por
el teléfono, presa del nerviosismo. Marca y espera. Uno, dos, tres,…Comunica.
Vuelve a marcar, despacio, a ver si te has equivocado. Uno, dos,
tres,…Comunica. En el número que tiene el nombre “casa” no contestan. Llamaré
al que pone “esposa - móvil”. Uno, dos, tres,…Dime mi amor. ¿Me echabas de
menos?...Cuelga. Si era una esposa, la suya…Pero eso no es posible, repasa la
agenda con cuidado. El mismo número de sus suegros, el mismos número del
colegio de los niños,…Pero esa no es su letra, no son sus números…Se sienta en
el sofá de casa, esperando sentado frente a la puerta de entrada. A las dos y
algo una llave entra en la cerradura.
—Bienvenido a casa, marido de fin de diario.
Rehola:
ResponderEliminarVayamos por partes:
1/ La extensión: los dos relatos te están pidiendo a gritos más espacio para desarrollarlos.
2/ El tono:
-Muy bien elegido el tono para el relato del samurai, pero necesitas alargarlo más, recrearte en detalles, empaparnos de ese lenguaje oriental.
-El tono del otro relato falta por conseguirse. Aire trágico, estamos de acuerdo. Huir de los tópicos (los sollozos, llámame machista, no me concuerdan con un señor hecho y derecho en su primer día de despido, en todo caso si llevase cinco años buscando trabajo, se podría entender...) y de las casualidades (el encuentro de la agenda debiera ser en su propia casa)
Un consejo: imagina la historia como una película y cuéntanosla, verás cómo te extiendes y le das a la historia el espacio que necesita.
Rocío
Estaba contento con el resultado, pero, recordando algo que dijo nuestro ilustre Armando. Hay veces, que las cosas hay que dejarlas macerar, ahora, con la distancia, no me gustan nada. Teneis razón las dos. no están muy allá.
EliminarOscar.
Es más. Me acabo de dar cuenta, se nota cuando quieres parar el largo de lo que escribes, se nota si no sabes como terminarlo,... se nota todo. Siempre encontrais donde yo ya sabía que no iba bien.
EliminarOscar
Me cuesta mucho trabajo entender el 2º relato.
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