jueves, 8 de marzo de 2012

Ejercicio 8.2 Paco



A la tarea
          Jean trabaja de lunes a viernes, termina su jornada a las tres de la tarde. Hoy la mañana ha sido buena, todo ha rodado mejor, parece que la gente se esta poniendo las pilas y por eso ha salido del tajo media hora antes.
Esta mañana el sol debuto mas temprano, a las siete  y a diario no se ve mucha gente caminando; pero a estas horas de mediados de febrero el astro rey brilla con otra alegría, y auque se agradece una chaqueta, se esta muy bien en la calle.

—Hace estupendo para pasear —se despide Marga en el cruce del semáforo.
—Hasta mañana, no te olvides del CD —la recuerda Jean.

          Como cada jueves en la Farmacia de la esquina Vanessa esta terminando de limpiar las lunas, más tarde hará el interior. Generalmente lleva puesta una bata azul como de tendero antiguo, para estas tareas, pero en esta ocasión luce unos pantalones pitillo de color mostaza metidos en las botas de media caña con los cordones desabrochados y en la parte de arriba, entre la chaquetilla blanca como de hospital y el pañuelo del cuello, se ve una blusa estampada en tonos verdes que la favorece mucho.

—¿Ya terminas por hoy Vane?— se hace el simpático Jean.
—Ya quisiera —le explica Vanessa—, a las cinco empiezo en la cafetería.
—Venga, que te sea leve —se despide.
—Gracias —le regala una sonrisa—, disfruta de la tarde.

          En casa no hay nadie, Su hijo Diego esta de excursión y no vuelve hasta las siete y Carmen no sale hasta las tres. Hace tan bueno  que decide ir caminando hasta el centro a esperarla. Van a tomar un aperitivo, allí cogerán el autobús o  si a ella le apetece comerán en   ”El valenciano” ese arroz que la encanta. Será una tarde de novios.

          Jean camina cavilando. ¡Que mujer, Vanessa! Sabe que desde las siete hasta ahora hace varias oficinas, un par de portales y algún bar,  la tienda de regalos y una floristería. Puede que fuera guapa,  pero esta muy ajada. Tiene que acabar agotada, piensa, esta en los huesos,  y además siempre esta fumando. Su mirada suele ser triste, pero siempre le devuelve una mueca agradable, iluminada por los dos luceros celestes de su cara.

          Sería una buena idea coger unas rosas para Carmen. Espera que no se asuste. Las últimas que la regalo fueron hace más de diez años.
— ¡Te quiero! —esta seguro que la va a decir—, ¡perdóname!. Te invito a comer.

         Vanessa vive sola, no tiene familia cercana, al menos en la ciudad. Nunca la menciona. El piso es alquilado, un apartamento muy coqueto, bastante céntrico, aunque en una calle oscura, a tan solo a media hora andando a su trabajo más lejano.
Compra, guisa… procura comer en casa, sobre todo por la media hora de siesta.
Tras la ducha, se arregla de tarde. Se coloca los  tacones, se aplica el carmín  y es otra.

          Pasada la media noche, con suerte antes de las dos, Vanessa vuelve a casa, sola o acompañada. Antes de meterse en la cama se toma la medicación obligatoria con un zumo y echa un vistazo al marco, sobre el aparador, de la foto donde aparecen unos padres con su hijo levantando un trofeo. Es la final del campeonato regional  de tenis, categoría alevines de 1.980. Este es el único documento gráfico que Vanessa conserva de antes de operarse.

4 comentarios:

  1. Sorprendente, no me lo esperaba.
    Hasta mañana

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  2. ¡Hala, qué final! Me encanta cómo has hilado las dos historias. Es sencillo y por eso resulta bonito

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  3. Muy bien, Paco. No lo llamaría yo "lírico" pero como relato es estupendo. Muy bien entrelazadas esas dos historias de mujeres. Qué bueno el final.

    He visto las metáforas y comparaciones, bien, bien. Al final, ése era el objetivo.

    Otra cosa: muy bien utilizado el guión de diálogo ;-)

    Hay tildes desaparecidas, algún problema con los tabuladores, revisa, plis.

    Abrazos.

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