martes, 21 de febrero de 2012

Ejercicio 8.1. Blanca. Ejercicio para el viernes 24


Ojos azules

Sus ojos azules inquietan más que las aguas mansas que hay en el lago del bosque encantado.

Sus ojos azules son el cielo de los días claros.

Me enamoré de los zafiros celestes de tu rostro angelical.



Manos de abuela

Sus manos de abuela recuerdan las madres que aún sigue siendo.

Sus manos de abuela son tierra cuarteada que pide beber.

Arado de arrugas sobre artrósicos dedos.



Amanecer

El amanecer roba tranquilidad al sueño tanto como lo hace la preocupación.

El amanecer es la esperanza de futuro del nuevo día.

Hoguera que prende en el horizonte para quemar pesadillas de noches de luto.



Hierba de un prado

La hierba del prado se mece al son de la brisa al igual que lo hace tu melena.

La hierba seca del prado es arena de desierto.

Me tumbé sobre la alfombra mullida de color primavera, y allí te esperé.



Leche recién ordeñada

La leche recién ordeñada se parece mucho a la dulce horchata.

La leche recién ordeñada es nieve tibia.

¿Puedes darme un poco de ese níveo caldo para alimentar a mi hijo?



Sonido del viento

El sonido del viento suena como los aullidos de lobos en noches de luna llena.

El sonido del viento es silbido, eco, rumor, murmullo y canción de cuna.

Cerré los ojos y escuché una armoniosa sinfonía orquestada por la naturaleza.



Zarzamora

Yo protejo a mi hija del mismo modo que la zarzamora cuida sus frutos entre las espinas.

La zarzamora es acebo espinoso de dulces bayas.

Allí perdí la piel de mis manos, entre el nido de erizos con frutos del paraíso.



Vías del tren

Las vías del tren son como las calzadas romanas, se hicieron, y aunque nadie las haya vuelto a utilizar, se quedaron.

Las vías del tren son caminos de plata para historias personales de despedida.

Líneas paralelas que se miran, se enamoran, pero sólo se encuentran en el infinito.



Manzano

El manzano es un árbol que da tan buena sombra como el peral.

El manzano es aguijón de deseos prohibidos.

Y ordenó Dios a sus ángeles:

— Por esta vez, perdonaremos a Adán y a Eva, pero arrancar ese ser de perdición antes de que vuelva a dar otro fruto y permita que se enrosque en él la serpiente.

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