Oscar de Abajo
Sesión tercera
Ejercicio 2:
Elige uno de
los lugares que se citan a continuación y haz una lista de los objetos que se
podrían encontrar en el mismo:
Una
habitación de bebé
Armario
Cuna
Cambiador
Cómoda /
Bañera
Fotos de la
familia
Colgadores
Describe tres
de los objetos y vincúlalos a los sentimientos que
provocan. Incluye este material en un relato que transcurra en ese
lugar.
Fotos
de familia
-> Unos cuantos marcos con las fotos de;
La madre y el padre abrazados de pies, trasmite la belleza de
momentos felices.
Los
abuelos fotos en primer plano de esas que te dan más grandes cuando haces las
de carnet, han
muerto y siempre evitan mirarlas porque cada vez que se posa en ellas una mirad
una punzada de dolor llega al corazón.
Las
fotos de los padrinos más grandes y de aquellas en las que el fotógrafo le da
unos tonos sepia para que brillen los ojos, te pone un fondo de vete tú a saber
dónde y te hace sujetar vete tú a saber que, sus tíos siempre le han querido con
locura porque al no tener hijos propios han volcado en el todo su amor.
Armario -> Un armario común
y corriente con las puertas de una madera blanca (Fresno) y los cajones de
color azul pastel. Para que se parezca a un armario de bebe la madre le colgó
unos muñequitos de los pomos y le pegó unos payasetes y el nombre del bebe en
las puertas, dentro
está la ropita del niño que es guardada celosamente como quien guarda su ser.
Cambiador -> Estructura de
madera con unos cajones abajo y unas patas que elevan la concavidad donde se
baña el niño que tiene unas baldas para poner toallas, evoca las risas del bebe y los
juegos y cachondeos que se traen los padres con él.
* Vamos a
empezar a escribir relatos, para ello es importante que pensemos en el marco en
la atmósfera y en la acción, que no digamos sino que mostremos lo que queremos
decir y que lo escribamos, ya de una manera formal como un relato, con su
presentación un padre despide a su mujer cuando
esta se va a trabajar intentaré una
presentación en video, nos describe su casa
y nos lleva a la habitación de su bebe mientras no va presentando su situación nudo será una primera
persona desde su mente nos va hablando de lo que le pasa por la cabeza y de cómo
se siente, y desenlace un tercero
omnisciente se suicida.
Ramón Mallafré era un hombre mayor, no ya porque rondara la
cincuentena sino porque se vestía como tal, porque tenía una complexión de
hombre mayor; un solo abdominal, que al igual que la tierra se achataba por los
polos, barba redonda y canosa, muy descuidada en los últimos tiempos, con pelos
que se le disparaban como el salvaje oeste, dándole un aspecto muy desaliñado.
- Adiós mi amor. – Le dijo a su
mujer, María.
Ella era una mujer alta esbelta con
muy buena figura, de pelo azabache que se caracoleante se le deslizaba por una
sinuosa y sensual espalda, hasta el comienzo de donde esta pierde su casto
nombre. De unos ojos verdes claros inmensos como el mar. Tenía unas pequitas en
la parte alta de las mejillas a lo Candy Candy que traía a los hombres de
cabeza, bueno, eso y unos labios que ni el mismo Miguel Ángel podría haber
cincelado más perfectos y finos.
- ¿Vendrás donde Jordi a comer? La
gente pregunta por ti, y se les ve que te echan de menos… ¿No?.... Tu mismo….
Te quiero.- Se dieron un beso.
Llegó el ascensor abrió la puerta se
quedo un leve instante mirando a su marido con un leve, levísimo atisbo de
tristeza en la mirada, y se montó en el. Tras esto, el entró en casa y dio tres
vueltas de llave a una de las cinco cerraduras que había en la puerta de “la
calle”. En la casa había un pasillo que la recorría de parte a parte, una
puerta dividía a este en hall distribuidor que daba a un par de dormitorios,
pasillo propiamente dicho y distribuidor del resto de la casa. Ramón iba
avanzando despacio por él, arrastrando los pies como un atlas que carga en su
espalda el peso del mundo. Su mirada estaba perdida como siempre que se quedaba
solo, y ya no había que disimular. Pesadamente, se dejó caer en el sofá
decorado una colcha que se abría traído de su pueblecito junto a águilas cuando
los yayos murieron. Pasaba el tiempo y no se movía, la mañana dio paso a la tarde y justo cuando la noche empezó a
substituir a esta… pegó un pequeño brinco como si de repente volviera a la
realidad. Se levantó y fue a la pequeña habitación que estaba junto a su
dormitorio, abrió la puerta y se quedó petrificado en el quicio mientras
repasaba con la vista lo que allí había.
Es increíble, ya hace un año, hoy
hace un año y ella no ha dicho nada. ¿Eso es lo que quiere, olvidar? No. Era mi
niña y no puedo dejarlo atrás, no quiero dejarlo atrás. No, si se huye, o si se
cree que no pesar en ello es la mejor manera de no hacerse daño está
equivocado. Soy un hombre, y los hombres no hablamos de sentimientos ni
lloramos delante de nadie. Recuerdo la única vez que he expresado en alto
algo... Estaba con mi madre, intentando excusarse por haberme reñido por
enésima vez cuando sabía que era mi hermana Ágata la que la había liado otra
vez;
-Bueno… ya sabes… tu hermana es muy
sensible… y si la gritas la puedes hacer mucho daño…-
Dijo ella apoyada en aquella cocina
económica que el rio Ángel empotró en aquel mazacote de cemento y ladrillo al
que con toda la guasa del mundo llamaba “mueble” de cocina.
-Madre, que no llore delante de ti no
quiere decir que no llore. ¿Qué crees que hago en el cuarto a oscuras después
de que tú me pegues la bronca? Llorar.
¿Por qué me ha venido aquello a la
memoria? Claro, su foto. Mira ahí están todos a lo que quiero y he querido, no
son muchos pero los he querido con locura. Los yayos, tu madre y yo, los tíos…
como te querían Sigrid, ¡si hubieras llegado a saberlo!… Mira a tu tía, te
trajo esa foto el día de tu bautizo. ¡Qué ilusión la hacía! Como cuido todo
aquello, hablando con el fotógrafo para elegir el tema rústico, eligiendo el
camisón que se compró solo para eso, los objetos que compondrían la
estampa…todo para traerle aquel regalo a su ahijada, siempre he creído que veía
en ti la oportunidad de ser madre, aunque solo fuera un poquito. Mírame junto a
mamá en el parque Güell, tan juntos tan abrazados, tan felices,… éramos novios,
y como todos los novios eremos los más enamorados de todos, los más felices.
Eran buenos tiempos. Tu madre siempre ha sido la mujer perfecta para mí, y no
porque sea un bellezón, que también, si no porque más allá de lo físico me
complementa, me llena siempre he dicho y siempre diré que tu madre es la mejor
persona que he conocido. Por eso me duele tanto hacerla sufrir, no puedo
evitarlo, desde que naciste solo pensar que te podía pasar algo me daba miedo,
de hecho tuve muchas pesadillas con eso, se me encogía el corazón solo de
pensarlo. No era una de esas tristezas que te hacen sufrir sentirte triste y
sentir que en corazón se te encoge, no, era otra cosa, es un miedo que solo he
sentido contigo, un miedo que me hacía pensar que era verdad eso de que alguien
puede morir de miedo, era algo físico. Por eso cuando se te paró en corazón el
mío se rompió. No puedo pensar en ti sin que se me rompa algo por dentro, sin
llorar a lágrima viva, es incontrolable. Estoy roto y no hay nada en este mundo
que me pueda arreglar, mi vida se fue contigo.
Como decoró tu madre este cuarto,
con que ilusión fue haciendo unos tiradores de ositos para aquel armario que
tanto la costó encontrar. Ahora dentro de el yace inerte tu ropa como si al
irse su dueña, se hubiera ido también su razón de existir.
No sé que me pasa, pero no puedo
librarme de este pasajero indeseable, es cerrar los ojos, y la tristeza abre su
caliente y doloroso camino, de una forma directa rápida justo al centro del
corazón. Anulando por completo mi voluntad y mi ánimo, se que debería intentar
olvidar, se que debería retomar mi vida, se… se tantas cosas que soy incapaz de
hacer. No es que no quiera, es que no puedo. Desde que ella se fue. Miro a la
calle desde la ventana todos los días. Cada día lucho porque no se impongan mis
ganas de lanzarme por ella hacia abajo. Lucho con todas mis fuerzas por sacar
esa tristeza que me agarra el alma.
María regresaba desde el trabajo un
día más, y como un día más tenía un dolor que cada vez la era más insoportable,
y encima Ramón cada vez estaba más triste. La depresión avanzaba y cada día
estaba peor y ella no sabía que hacer. Luces, ¿Qué hacen esas luces ahí? Y
¿Esas sirenas? Una ambulancia, la ventana de casa abierta…..¡¡¡¡¡Ramón!!!!
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